jueves, 2 de febrero de 2012

EL LIBRO DE JOSUÉ


JOSUÉ

INTRODUCCIÓN A JOSUÉ

Moisés condujo a los israelitas hasta las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán; les faltaba entrar en la Tierra Prometida a sus antepasados.
A pesar de la recia dirección de Moisés, Israel no era una nación organizada; solamente el agrupamiento de varias tribus, familias y poblaciones, unidas por su común aventura. Al leer detenidamente la Biblia, parece que parte de  ellas no se quedaron con Moisés en el oasis de Cadés y entraron en Palestina por el sur, antes que Josué. Otros habían ido a ocupar las mesetas de Moab (Núme 32).
Los que pasaron el Jordán en tiempo de Josué, la mayoría de las veces, penetraron pacíficamente. Con sus tiendas de campaña y sus rebaños se instalaron en los cerros, entre las ciudades fortificadas de los cananeos, dejándoles las llanuras, donde tenían mayor organización. Vivieron al lado de los agricultores y se relacionaron con ellos. Los habitantes de Canaán eran más ricos, y con una cultura superior. Muchos israelitas adoptaron sus usos y sus dioses, corriendo el riesgo de desaparecer como pueblo.
Los que salvaron a Israel fueron los más valientes, que, junto a Josué, decidieron conquistar el país. Nos repugnan las violencias que cometieron ellos, sin embargo, cumplían, con los medios  de esa época, el designio de Dios. Las ciudades y reyes de Canaán (no eran más que jefes locales) estaban muy desunidos. Contra ellos Josué organizó una serie de golpes y asaltos, con los que mantuvo la conciencia nacional de Israel, y empezó la lenta conquista del país, que solamente se iba a concluir dos siglos más tarde, gracias a David.
Siempre son las minorías activas las que hacen la historia. Cuando hablamos de la Iglesia y de su penetración en el mundo, se trata solamente de una minoría de creyentes: los demás no son conscientes de su misión. Asi también se habla de movimientos de emancipación. Sin embargo, las minorías, los militantes hacen progresar toda la masa. Así pasó con Israel. Cuando en el siglo VII antes de Cristo, es decir, cinco siglos después de Josué, los profetas reunieron los documentos que tenían sobre la conquista con el fin de redactar el presente libro, no pretendieron narrar una historia exacta y completa. Se ciñeron a la narración de estas operaciones que habían preparado y posibilitado la formación de la futura nación. No nos engañen entonces las apariencias del libro cuando dice que “todo Israel” combatió con Josué, o cuando da a entender que éste sometió toda Palestina matando a todos sus ocupantes. El libro de Josué cuenta los hechos pequeños que construyeron una gran historia.
 

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