viernes, 3 de febrero de 2012

29



Otra conclusión

*29 1 Moisés convocó a todo el pueblo de Israel y les dijo: “Han visto todo lo que Yavé hizo ante sus propios ojos con Faraón, con sus ministros y con todo su país, 2 aquellas grandes plagas que ustedes mismos presenciaron, aquellos prodigios y señales. 3 Pero hasta el día de hoy Yavé no les ha dado corazón para entender, ojos para ver ni oídos para oír.
4 Durante cuarenta años, Yavé los ha hecho caminar por el desierto, sin que se les hayan gastado los vestidos, ni se haya roto de puro viejo el calzado de sus pies. 5 No tenían pan que comer, ni vino  o licor fermentado que beber, para que con el maná supieran que yo, Yavé, soy el Dios de ustedes. 6 Llegamos luego a este lugar, donde nos salieron al encuentro Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, para pelear contra nostoros, 7 pero los derrotamos a todos y nos apoderamos de sus tierras, las que dimos en herencia  y posesión a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés.
8 Guarden, pues, las condiciones de esta Alianza y pónganlas en práctica, para que tengan éxito en todas sus empresas. 9 Aquí están todos hoy, en presencia de Yavé, su Dios: sus jefes, sus trtibus, sus ancianos, sus secretarios, todos los hombres de Israel, 10 con sus hijos, hijas y esposas. También el forastero que vve en tu campo para cortar la leña o para acarrear agua. 11 Estás ahí para entrar en la Alianza de Yavé, tu Dios mediante el juramento. El te propone esta alianza 12 para hacer de ti su pueblo y para que sea él tu Dios, como te lo prometió y juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob.
13 Y no sólo con ustedes hago yo hoy esta alianza y este juramento, 14 sino que lo hago también con los que están aquí junto a nosotros en presencia de Yavé y con los ausentes.
15 Bien saben ustedes de qué manera hemos vivido en el país de Egipto y cómo hemos atravesado por medio de otras naciones. 16 Ustedes han visto las abominaciones y los sucios ídolos que guardan ellas: piedra, madera, oro y plata.
17 Ojalá no  haya, pues, entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yavé para ir a servir a los dioses de esas naciones. Ojalá no broten entre ustedes plantas venenosas y amargas.
18 Si alguien,  al escuchar las palabras de este juramento las toma a broma, diciéndose así mismo: “Yo tendré paz, aunque haga lo que quiera, viene la sequía y, luego, la lluvia.” 19 Yavé no lo perdonará. Su furor y sus celos se encenderán contra este hombre, al que acecharán todas las maldiciones escritas en este libro. Yavé borrará su nombre de debajo de los cielos 21 y lo separará de todas las tribus de Israel para su desgracia, conforme a todas las maldiciones expresadas en este libro de la Ley y de la Alianza.
21 Las generaciones futuras, los que nacerán después de ustedes, el extranjero llegado de un país lejano, verán las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yavé las castigará, 22 y dirán: ”Azufre, salitre,tierra quemada, eso es su tierra entera; no volverá a ser sembrada, ni germinará más, ninguna hierba volverá a crecer en ella, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, Adna y Seboyim, que Yavé asoló en su cólera y en su furor.”
23 Todas las naciones preguntarán: ¿Por qué Yavé ha tratado así a este país? ¿Cuál es la causa de tanto enojo? 24 y Contestarán: Esto sucedió porque abandonaron la Alianza que Yavé, Dios de sus padres, pactó con ellos al sacarlos de Egipto, 25 porque se han ido a servir a otros dioses y les han adorado; dioses que no eran suyos y a quienes Yavé no los había encargado.
26 Por eso se ha encendido la ira de Yavé contra ese país hasta traer sobre él toda la maldición escrita en este libro. 27 Yavé los arrancó de su suelo con cólera, furor y gran indingación, y luego los arrojó a otro  país, como hoy se puede ver.
28 Las cosas secretas pertenecen a Yavé, nuestro Dios, pero las que nos dio a conocer nos comprometen, a nosotros y nuestros hijos para siempre, y tenemos que poner en práctica todas las disposiciones de esta Ley.

*Este nuevo discurso fue escrito a la vuelta del Destierro, cuando los judíos empezaban a reconstruir su país, decididos a ser, en adelante, fieles a la ley de Yavé.

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