El israelita proclama su fe
*26 1 Cuando llegues a la tierra que Yavé, tu Dios, te da en
herencia, cuando la poseas y habites en ella, 2 tomarás los primeros productos
de todas tus cosechas, los pondrás en un canasto y los llevarás al lugar
elegido por Yavé, tu Dios, para morada de su Nombre.
3 Te presentarás al sacerdote que esté en funciones y le
dirás: “En este día doy gracias a Yavé, mi Dios, porque he entrado a la tierra
que prometió a nuestros padres que nos daría.” 4 El sacerdote tomará de tus manos
el canasto y lo depositará ante el altar de Yavé, tu Dios. 5 Entonces tú dirás
estas palabras ante Yavé:
6 “Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto y fue a
refugiarse allí, siendo pocos aún; pero
en ese país se hizo una nación grande y poderosa. Los egipcios nos
maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre. 7 Llamamos
entonces a Yavé, Dios de nuestros padres, y Yavé nos escuchó, vio nuestra
humillación, nuestros duros trabajos y la opresión a que estábamos sometidos. 8
El nos sacó de Egipto con mano firme, demostrando su poder con señales y
milagros que sembraron el terror. 9 Y nos trajo aquí para darnos esta tierra
que mana leche ymiel. 10 Y ahora vengo a ofrecer los primeros productos de la
tierra que tú, Yavé me has dado.”
Los depositarás ante Yavé,
te postrarás y adorarás a Yavé, tu Dios. 11 Después comerás y te
alegrarás de todos los bienes que Yavé te ha dado a ti y a tu familia. También
comerán y se alegrarán contigo el levita y el forastero que viven junto a ti.
12 El tercer año, año del diezmo, cuando hayas acabado de
separar el diezmo de todas tus cosechas y se lo
hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para
que lo coman en tu misma ciudad hasta
saciarse, 13 dirás en presencia de Yavé:
“He sacado de mi casa lo que pertenece a Yavé; se lo he dado
al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, según los mandamientos que
me has dado, sin traspasar ninguno de ellos y sin olvidarlos. 14 De ese diezmo,
no he comido nada durante mi duelo, nada hay impuro en él, nada he ofrecido a
los ídolos. He obedecido la voz de Yavé, mi Dios, y he obrado como me lo habías
mandado.
15 Desde tu santuario, desde lo alto de los cielos, contempla
y bendice a tu pueblo Israel, así como a la tierra que nos has dado, como
habías prometido a nuestros padres, la tierra que mana leche ymiel.”
16 En ese día Yavé, tu Dios, te ha mandado cumplir estas
normas y estos mandamientos. Tú ahora guárdalos y ponlos en práctica con todo
tu corazón y toda tu alma.
17 Hoy has conseguido esta declaración de Yavé: él será tu
Dios y tú seguirás sus caminos, observarás sus normas, sus mandamientos y sus
leyes y escucharás su voz.
18 Hoy Yavé te ha hecho prometer que serás el pueblo que le
pertenece, como él te lo tiene dicho, y tú deberás guardar todos sus
mandamientos. 19 El, por su parte, te dará honor, renombre y gloria y te podrá
por encima de todas las naciones que hizo, mientras tú pasas a ser un pueblo
consagrado a Yavé, tu Dios, como él te ha dicho.
*Mi padre era un
arameo. Este párrafo es como una declaración de fe del israelita. El sabe
que fue elegido de entre los arameos paganos y que Yavé, después de liberarlo,
le dio la prosperidad de que goza. Del mismo modo, las varias fórmulas del Credo, que usa la Iglesia actualmente,
ponen en el centro la obra liberadora que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
realiza a favor nuestro.
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