miércoles, 14 de diciembre de 2011

30

El saqueo de Siquelag

* 30 1 Cuando, al tercer día, David y sus hombres llegaron a Siquelag, los amalecitas había pasado por allí recorriendo el país de Negueb. Habían entrado en Siquelag y la habían incendiado, 2 llevándose las mujeres y toda la población. No habían matado a nadie, sino que los habían llevado cautivos.
3 Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, vieron que había sido incendiada y que habían desaparecido sus mujeres y sus hijos. 4 Entonces se pusieron a llorar a gritos hasta quedar rendidos. 5 también habían sido llevadas cautivas las dos esposas de David, Ajinoam y Abigaíl.
6 David estaba en grandes apuros, pues su gente estaba muy amargada, cada uno por sus hijos e hijas, y hablaba de apedrearlo. pero David se reanimó con Yavé, su Dios. 7 Dijo al sacerdote Abiatar (hijo de Ajimelec): "Trae, por favor, el efod." Este se lo trajo, 8 y David consultó a Yavé, diciendo: "¿Perseguiré a esa banda? ¿La alcanzaré?" Yavé respondió: "Perseguíla, porque de hecho la alcanzarás y librarás a los cautivos."
9 David partió con sus seiscientos hombres, y llegó al torrente Besor. Allí se quedaron doscientos que estaban muy cansados para cruzar el torrente.
10 Siguió adelante con el resto.
11 En el camino encontraron a un egipcio agotado y sediento; le dieron un pedazo de pan y un poco de agua, 12 y, además, un pastel de higos y dos racimos de uvas pasas. Cuando hubo comido, le volvió el ánimo, ya que no había comido ni bebido, en tres días. 13 Después, una vez restablecido, David lo interrogó: "¿A quién perteneces y de dónde eres?" Respondió: "Soy un muchacho egipcio, esclavo de un amalecita. Mi señor me abandonó hace tres días porque me enfermé. 14 Habíamos recorrido el Negueb de los Quereteos, el de Judá y el de Caleb; también hemos quemado Siquelag."

15 David le preguntó: "¿Quieres llevarnos adónde está esa banda?" Respondió: "Si juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, te guiaré." 16 El los guió.
Los encontraron dispersos por el campo, comiendo, bebiendo y celebrando una fiesta, porque era muy grande el botín que había obtenido en tierra de los filisteos y en tierra de Judá. 17 David los atacó desde la mañana hasta la noche. No escapó ninguno, salvo cuatrocientos jóvenes que huyeron en sus camellos. 18 recuperaron todo lo que se habían llevado los amalecitas, 19 sin que nada les faltara, desde las cosas sin valor, hasta sus hijos e hijas. David liberó también a sus dos esposas. 20 Su gente reunió todo el ganado, y lo pusieron delante de David, diciendo: "Este es el botín de David."
21 Cuando David llegó adonde había dejado a los doscientos hombres, éstos salieron a su encuentro. David se acercó y los saludó preguntándoles si todo estaba bien.
22 Entre los hombres que acompañaban a David, había gente mala y perversa que se puso a decir: "Ya que éstos no vinieron con nosotros, no les corresponde nada del botín. Que tomen su esposa y sus hijos y se vayan."
23 David les dijo: "No se porten así, después de lo que Yavé nos ha concedido. Nos ha protegido y ha puesto en nuestras manos esa banda que nos había saqueado. 24 Nadie puede darles la razón a ustedes, en este caso. En la repartición tendrán igual parte los que combaten y los que cuidan el equipaje. Compartirán juntos."
25 Y desde aquel día, esto se convirtió en ley y es una norma para Israel hasta el día de hoy.
26 Llegó David a Siquelag y envió parte del botín a los jefes locales de Judá, parientes suyos, diciendo: "Reciban este presente de lo que hemos tomado de los enemigos de Yavé."
27 Y envió también presentes a los que vivían en Betul, en Ramá del Negueb, en Yatir, 28 en Aroer, en Sifmot, en Esternoa, 29 en Carmelo, a los de las ciudades de Jerajmeel, de los guenitas, 30 a los de Jormá, Or-Asan, Eter, 31 Hebrón y finalmente a todos los lugares por donde había vivido con su gente.

* Este suceso es uno de aquellos en que David parece aniquilado.
Pero David se confortó con Yavé, su Dios, Aún cuando está en el fondo del abismo, no pierde la esperanza.
Tendrán igual parte los que combaten y los que cuidan el equipaje. David propugna la solidaridad entre los combatientes: todos compartirán el botín, en vez de pagar a cada uno según el resultado de sus esfuerzos. No acepta la división que se hace a veces entre nosotros, entre los que sirven y "los que no sirven". Este concepto de solidaridad social es el mismo que anima toda la legislación del Deuteronomio.
David se hace alma y animador del grupo, dejando ver cómo ejercerá la autoridad cuando sea rey y educador de su pueblo

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