miércoles, 8 de junio de 2011

64

64 1 Como prende el fuego en las ramas secas,
2 o como hace hervir el agua,
que tus enemigos conozcan tu Nombre,
y tiemblen las naciones ante tu presencia
al realizar cosas extraordinarias nunca vistas,
3 y de las cuales nadie, antes, había oído hablar.

Ningún oído oyó,
ni ojo alguno vio,
que un Dios, fuera de ti, hiciera tanto
a favor de quien confía en él.

4 Tú visitas al que, gozoso, vive como justo
y que te recuerda, siguiendo tus caminos.
Pero ahora estás enojado por nuestros pecados:
Te enojas por el mal, pero tendremos salvación.

5 Todos nosotros éramos como impuros,
y todas nuestras buenas obras como un paño sucio.
Hemos caído como hojas,
y nuestros pecados nos arrastran como el viento.

6 Nadie invoca tu Nombre,
ni se despierta para buscarte,
pues tú nos has dado vuelta la cara
y nos has dejado a merced de nuestras culpas.
7 Y, sin embargo, Yavé, tú eres nuestro Padre,
nosotros somos la greda y tú eres el alfarero,
todos nosotros fuimos hechos por tus manos.

8 ¡No te enojes tanto, pues, Yavé,
ni estés recordando, a cada momento, nuestros pecados!
Míranos, pues todos nosotros formamos tu pueblo.

9 Tus ciudades santas han quedado abandonadas;
Sión está desierta; Jerusalén está solitaria.
10 Nuestro templo, santo y magnífico,
en que te rezaban nuestros abuelos,
ha sido consumido por el fuego;
todo lo que nos hacía felices está ahora en ruinas.
11 ¿Y puedes tú, Yavé, no conmoverte al ver todas estas cosas?
¿Durará tu silencio y será mayor nuestra humillación?

No hay comentarios:

Publicar un comentario