jueves, 31 de marzo de 2011

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1 1 El año treinta, el día quinto del cuarto mes, encontrándome entre los desterrados, a orillas del río Kebar, se abrieron los cielos y contemplé visiones divinas.

2 El día quinto, el año quinto de la deportación del rey Joaquin, en el país de los caldeos, 3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel , hijo de Buzi. Entonces Yavé puso sobre mí su mano.


Ezequiel ve la gloria de Yavé

4 Yo miré; del norte soplaba un viento huracanado, y trajo una grannube. En esta nube un fuego ardiente iluminaba su alrededor, y, en medio del fuego, algo resplandecía. 5 En el centro aparecía la figura de cuatro seres con forma humana, 6 pero cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Las piernas eran rectas y los pies, semejantes a los del buey, y relucientes como bronce pulido. 8 Por los cuatro lados, de debajo de las alas, salían manos humanas. 9 Las alas de uno ses juntaban a las del otro. Al andar no se volvían sino que caminaban de frente. 10 Vistos de frente, los cuatro seres tenían aspecto humano, pero la cara derecha de su cuerpo era cara de león, y su cara izquierda, cara de toro. Los cuatro tenían también cara de águila. 11 Cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí, y otras dos que le cubrían el cuerpo. 12 Cada cual marchaba de frente; donde el Espíritu los hacía ir, allí iban sin volver la espalda.
13 En medio de estos cuatro seres, se veían como brasas ardientes, como antorchas que se agitaban de acá para allá. El fuego resplandecía y echaba fulgores. 14 Los cuatro seres iban y venían lo mismo que el relámpago.
15 Al mirarlos me fijé que, en el suelo, había una rueda al lado de cada uno. 16 Las cuatro tenían el brillo del crisólito y eran de la misma forma: en realidad, no eran ruedas sino que cada una de ellas me parecía ser dos ruedas entrecruzadas. 17 Con esto, podían desplazarse hacia los cuatro puntos cardinales sin cambiar su orientación. 18 tenían una circunferencia muy alta, y su aspecto era atemorizante, pues tenían ojos por todo su contorno.
19 Cuando los seres se movían, o cuando se elevaban de la tierra, las ruedas hacían lomismo. 20 Los seres iban a cualquier parte donde el Espíritu tenía que ir, y las ruedas los acompañaban, pues el mismo Espíritu estaba en los seres y en las ruedas. 21 Por eso, las ruedas andaban, se paraban o se levantaban de la tierra, igual que los seres.
22 Encima de la cabeza de los cuatro seres, había una bóveda, con la transparencia de un cristal resplandeciente, la cual descansaba sobre ellos. 23 Los seres sostenía la bóveda con dos de sus alas paradas, una junta a la otra, mientras que se cubrían el cuerpo con las otras dos. 24 Cuando se movían, sus alas producían un ruido semejante al d eunrío caudaloso, o a la voz del Todopoderoso, o también al estruendo de un ejército. Al detenerse, replegaban sus alas.
25 Un ruido se oía desde la bóveda que estaba por encima de ellos. 26 Y sobre ésta, se veía como una piedra de zafiro, en forma de trono, y erguida sobre él, una figura semejante a un hombre. 27 Un fulgor como de bronce brillante que parecía fuego lo rodeaba todo en derredor. De lo que podía ser su cintura salía hacia arriba y hacia abajo como un fuego refulgente; 28 semejante al arco iris que aparece en las nubes en día de lluvia, tal era el fulgor que despedía.
Esta visión era la imagen de la Gloria de Yavé. Al verla caí en rostro en tierra, y oí una voz que me hablaba.

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