Las cinco visiones
7 1 Esto fue lo que me mostró el Señor Yavé: Cuando estaba brotando de nuevo el pasto, después del corte para el rey, el Señor dejó caer mangas de langostas, 2 que se pusieron a pelar los campos. Entonces intervine y dije: “Por favor, Señor Yavé, ten misericordia. Pues, ¿qué será de Jacob que es tan pequeño?” 3 Yavé se arrepintió y me dijo: “Esto no va a pasar.” 4 Enseguida, el Señor me mostró otra cosa: El Señor mandaba como castigo una ola de calor que secaba los manantiales y marchitaba los campos.
5 Entonces exclamé: “Por favor, detente, Señor Yavé. Pues, ¿cómo se salvará Jacob que es tan pequeño?” 6 Yavé se detuvo, manifestando que no pasaría nada.
7 Por tercera vez, el Señor me mostró otro espectáculo: Un hombre estaba de pie al lado de un muro, con un nivel de plomo en la mano. 8 Y como Yavé me preguntará qué veía yo, le respondí que un nivel de plomo. Entonces el Señor prosiguió: “Voy a ver si está desplomado o no Israel, pues ya no lo apuntalaré más. 9 Los altos lugares sagrados de Isaac serán demolidos, los santuarios de Israel destruidos, y Yo me lanzaré, espada en mano, contra la familia de Jeroboam.”
Conflicto con el sacerdote Amasías
10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, le mandó este recado a Jeroboam, rey de Israel: “Amós está conspirando contra ti en pleno centro de Israel. No hay que permitirle que siga hablando, 11 pues dice que a ti te matarán a espada y que Israel será llevado al desierto, lejos de su patria.” 12 Luego Amasías fue a decirle a Amós: “Sal de aquí, visionario, ándate a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta. 13 Pero no profetices más aquí en Betel, que es un santuario real, un templo nacional.”
14 Amós le replicó: “Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas, soy simplemente un hombre que tiene sus vaquitas y unas cuantas higueras. 15 Yavé es quien me sacó de detrás de las ovejas y me dijo: 16 Pues bien, escucha, tú que dices: ¡Basta de profecías contra Israel; deja de insultar a la raza de Isaac! Escucha este recado que Yavé te manda: 17 “Un día, tu esposa se prostituirá en plena calle, tus hijos e hijas morirán en la guerra. Los vencedores se repartirán tus bienes, tú mismo morirás en tierra extranjera, e Israel será llevado lejos de su país.”
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