sábado, 13 de noviembre de 2010

4

Dios ama a todos los hombres

4 1 Jonás se disgustó mucho de que Yavé no hubiera castigado a los ninivitas y, en su enojo, 2 dijo a Yavé: “Ah, Señor, yo tenía razón cuando estaba en mi casa. Es precisamente por esto que traté de huir a Tarsis. Yo sabía bien que Tú eres un Dios clemente y misericordioso, paciente y lleno de bondad, siempre dispuesto a perdonar.
3 Oh Yavé, te ruego que tomes mi vida. Prefiero morir a vivir de esta manera.”
4 Yavé le contestó: “Jonás, ¿crees tú que tienes razón para enojarte así?”
5 Pero Jonás salió de Nínive y e hizo una cabaña al este de la ciudad, para ver lo que sucedía.
6 Entonces Yavé hizo brotar una planta de ricino que creció por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y calmarlo de su enojo. Jonás se alegró mucho por la planta.
7 Pero al día siguiente al amanecer, Yavé mandó un gusano que malogró la planta y la secó. 8 Al salir el sol, Yavé hizo soplar viento caliente desde el este.
El sol acaloró tanto a Jonás que éste se desmayó: se deseó la muerte y dijo: “Mejor es morir que vivir.”
9 Entonces Yavé le preguntó: “Te parece bien enojarte por este ricino?” Jonás respondió: “Sí, tengo razón para estar enojado, hasta el punto de querer morir.”
10 Yavé le replicó: “Te afliges por un ricino que no te ha costado trabajo alguno, y que no has hecho crecer, que en una noche ha nacido y en una noche ha muerto.
11 ¿Cómo, pues, yo no voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir el bien y el mal y gran cantidad de animales?”

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