lunes, 25 de octubre de 2010

DANIEL

EL LIBRO DE DANIEL

El autor del libro de Daniel debió de ser uno de los maestros de la Ley que, en tiempo de la gran persecución del tiempo de los Macabeos, animó la resistencia espiritual de su pueblo. Y, seguramente, se incluía a sí mismo dentro de esos guías de la fe a los que premiaría en forma especial (Dn 11,33 y 12,3). Mientras los Macabeos encabezaban la resistencia armada al opresor; estos maestros de la Ley, desconfiados ya de la política y de las armas, se conformaban con dar el ejemplo de la fidelidad a la Alianza de Dios y a sus leyes.
El núcleo de su mensaje está en los capítulos 7-12 y podrían resumirse como sigue:
- La gran persecución contra el pueblo judío hace parte del plan de salvación.
- Los reyes perseguidores, y en especial Antíoco Epifanes, tantas veces recordado en forma figurada, no conseguirán destruir al pueblo creyente.
- Y luego, después de la persecución, llegará el Reino de Dios.
Pero también adaptó a su mensaje las historias que reunió en los capítulos 1.6. Estas historias enseñaban a los judíos establecidos en los países extranjeros y, a veces, funcionarios de sus reyes, que en ningún caso podían transigir con las exigencias de su fe y las prácticas de su Ley, tanto en el comer (1,8), como en el repudio a los cultos idolátricos (2 y 6).
En el libro de Daniel, tres pasajes son más famosos. En 7,9-14 el texto referente al Hijo del Hombre, Jesús se refiere a este texto al presentarse como el Hijo del Hombre (Mc 13,26 y 14,62). En otro párrafo (Dn 12,1-3) se anuncia la resurrección de los muertos. También la profecía de 9,21-27 se ha prestado para innumerables comentarios respecto del fin del mundo. Pero veremos que ahí se trata de todo menos del fin del mundo.

¿EXISTIÓ DANIEL?

La comunidad judía que reunió los libros de la Biblia puso el libro de Daniel, no al lado de los profetas del siglo VI (en que Daniel habría vivido), sino entre los libros del de enseñanza religiosa. Y actuaron en esta forma por ser muy conscientes de que la “historia” de Daniel y sus visiones no era un relato histórico, sino una ficción literaria.
Debemos saber que, en los dos siglos anteriores a Cristo, estuvo de moda esta manera de hablar delos hechos que se estaban viviendo como si Dios los hubiera dado a conocer a algún personaje famoso de tiempos pasados. Entonces contaban las visiones de este personaje, que anunciaban veladamente los hechos de la actualidad y, luego, este vidente recibía de Dios la interpretación religiosa de estos acontecimientos: el plan salvador de Dios se iba cumpliendo.
Había entonces un arte de disponer las cifras simbólicas (tres y medio, seis, siete, diez), de usar colores simbólicos (el blanco era signo de victoria), de hacer intervenir los ángeles. Esta categoría de libros se llamaban apocalipsis, o sea, revelaciones. Hay dos apocalipsis en la Biblia: la de Daniel y la de Juan.
Daniel era, en los escritos del Oriente, el nombre de un sabio antiguo (Ez 14,14). De ahí se forjó el personaje de Daniel, profeta y sabio, que hubiera vivido entre los desterrados a Babilonia, cuyas palabras y ejemplos debían ilustrar a los judíos en contacto con los paganos.

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