jueves, 21 de octubre de 2010

9

Yo no puedo discutirle. Sin embargo…

9 1 Job tomó la palabra y dijo:

2 “En verdad, yo sé que es así.
¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios?
23 Si quisiere discutir con él,
no podría responderle ni una entre mil veces.
4 Su corazón es sabio y su fuerza es enorme

¿Quién le ha opuesto resistencia y ha salido triunfante?
5 El traslada los montes sin que se den cuenta
y los sacude en su furor.
6 El remueve la tierra de su sitio
y la estremece hasta sus cimientos.
7 Si él no quiere,no aparece el sol,
y si él las tapa, no lucen las estrellas.
8 El Sólo extendió los cielos
y abatió las furias del mar.
9 El dispone de la Osa y Orión,
las Pléyades y las Cámaras del sur,
10 hace cosas grandiosas que superan el entendimiento,
Èl, que obra incontables maravillas.

11 Si pasa junto a mí, yo no lo veo.
Si se desliza, no lo advierto.
12 Si se apodera de una presa, ¿quién se lo impedirá?
¿Quién podrá decirle qué es lo que haces?
13 Dios no disimula su rabia cuando se enoja;
bajo él quedan postrados los monstruos de antaño
y se hallan humillados a sus pies
los monstruos que sembraban el desorden.

14 ¡Cuánto menos podría yo discutirle
y presentar razones frente a él!
15 Yo, que no soy atendido cuando aun teniendo razón,
me presento a mi juez para pedirle clemencia.
16 Y él acude a mi llamado,
¿podré estar seguro que me atenderá?

17 El que me aplasta sólo por un pelo
y que multiplica sin razón mis heridas,
18 que no me deja ni respirar
con tantas amarguras que me hace tragar.

19 ¿Recurriré a la fuerza? El es más forzado,
y si le meto pleito, ¿quién le hará la citación?

20 Si pienso estar en la razón, mi boca puede condenarme,
y si me encuentro inocente, ella me declarará culpable.
21 Pero, ¿realmente soy bueno? ¡Ni yo mismo lo sé!
¡Desconfío de mi existencia!

22 Pues todo es igual, por eso he dicho:
Le quita la vida tanto al bueno como al malo.
23 Si una calamidad trae repentinamente la muerte,
se ríe de la desesperación de los inocentes.
24 En una nación dominada por un tirano,
él venda los ojos de los jueces,
pues si no es él, ¿quién será entonces?
25 Mis días han sido más rápidos que un correo,
se me fueron sin conocer la felicidad,
26 se han deslizado lo mismo que canoas de junco,
como el águila que se lanza sobre la presa.
27 A pesar de que digo: “Voy a olvidar mis quejas,
cambiaré de semblante y me pondré alegre”
28 tengo miedo de que me hagas sufrir
porque sé que tú me condenas.
29 Y si soy culpable,
¿para qué cansarme en vano?
30 Aunque me lave con nieve
y limpie mis manos con jabón,
31 tú me hundes en las inmundicias,
y mis propias ropas tienen horror de mí.
32 El no es un hombre como yo, para responderle,
para comparecer juntos en juicio.

33 No hay árbitro entre nosotros
que tenga poder sobre los dos,
34 y aparte de mí su vara
para que su terror no me espante más.
35 Puesto que es así, yo conmigo hablaré sin tenerle miedo.

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