viernes, 22 de octubre de 2010

3

Maldito el día en que nací

3 1 Después de esto, Job tomó la palabra para maldecir el día de su nacimiento, 2 diciendo:

3 ¡Maldito el día en que nací
y la noche en que se dijo: Ha sido concebido un hombre!
4 Conviértase ese día en tinieblas,
y Dios no se acuerde de él desde allá arriba,
ni resplandezca sobre él un rayo de luz.
5 Lo cubran tinieblas y sombras,
se extienda sobre él la oscuridad,
y haya ese día un eclipse total.

6 Que esa noche siga siempre en su oscuridad.
que no sea considerado entre los días del año,
cuando se cuenten los meses.
7 Que sea triste aquella noche,
impenetrable a los gritos de alegría.
8 Que la maldigan los que odian la luz del día,
y que son capaces de llamar al Diablo.

9 Que no se véanlas estrellas de su aurora;
espere en vano la luz,
y no vea el despertar de la mañana,
10 por no haberme cerrado la puerta del vientre de mi madre
y no haber ocultado a mis ojos el dolor.

11 ¿Por qué no morí al salir del seno
y no expiré cuando salía del vientre?
12 ¿Por qué hubo dos rodillas para acogerme
y dos pechos para darme de mamar?
13¿O por qué no fui como un aborto que se esconde,
como los pequeños que nunca vieron la luz?

14 Pues ahora estaría acostado tranquilamente
y dormiría mi sueño para descansar,
15 con los reyes y conlos ministros del país
que se mandaron hacer solitarios mausoleos,
16 o con los príncipes que tienen oro en cantidades,
y repletan de plata sus casas.

17 Allí cesan de moverse los malvados
y descansan los que se hallan agotados.
18 Incluso los prisioneros son dejados tranquilos,
y ya no se oyen los gritos del vigilante.
19 Allí no se distingue el pequeño del grande,
y el esclavo se ve libre de su amo.

20 ¿Para qué dar la luz a un desdichado,
la vida a los que tienen amargada el alma,
21 a los que desean la muerte que no llega
y la buscan más que un tesoro;
22 los que saltan de júbilo ante el sepulcro
y se alegran cuando llegan a la tumba?

23 ¿Para qué dar la vida a un hombre que no encontrará su camino,
ya que Dios lo tiene encerrado?
24 Son los suspiros mi alimento,
y se derraman como el agua mis lamentos,
25 porque si algo temo, eso me ocurre,
y lo que me atemoriza me sucede.
26 No hay para mí tranquilidad ni calma,
mis tormentos no me dejan descansar.”

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