viernes, 10 de septiembre de 2010

6

6 1 Hijo mío, si saliste por fiador de tu prójimo, si dijiste: “Doy mi palabra” a favor de un extraño. 2 Si te obligaste por las palabras de tus labios, si te amarraste por tu propia boca, hijo, te lo digo, 3 deslígate, ya que te pusiste en las manos de tu prójimo, corre, híncate de rodillas, importuna a tu prójimo, 4 no des sueños a tus ojos, ni descanso a tus párpados; 5 líbrate, como la gacela del lazo, o el pájaro de la trampa.

El perezoso y el insensato

Anda a ver la hormiga, perezoso, mira sus costumbres y te harás sabio. 7 Ella no tiene jefe, ni mayordomo, ni amo. 8 Asegura en el verano su provisión, recoge durante la siega su comida. 9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Dormir un poco, dormitar otro poco, descansando con los brazos cruzados, 11 y como un vagabundo te viene la miseria y como un mendigo la pobreza.
12 Un malvado, un hombre injusto, anda con falsedades en la boca. 13 Guiña el ojo, patalea y hace señas con los dedos. 14 Torcido está su corazón, piensa continuamente en el mal y trae discusiones. 15 Por eso vendrá sobre él de repente la ruina, y no habrá remedio.
16 Seis cosas hay que detesta Yavé, y siete que su alma maldice: 17 Ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, 18 corazón perverso, pies que corren hacia el mal, 19 testigo falso que dice calumnias, y el que siembre discordias entre los hermanos.
20 Hijo, respeta la orden de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre.
21 Grábalos constantemente en tu corazón, cuélgalos a tu cuello.
22 Ellos guiarán tus pasos, te velarán cuando duermas, y te hablarán al despertar.
23 Porque el mandamiento es una lámpara, y la enseñanza una luz, la corrección del que te enseña es un camino de vida.
24 Te protegerá de la mujer mala, de las palabras engañosas de una extranjera.
25 No codicies interiormente su hermosura, no te dejes cautivar por sus miradas. 26 Porque la prostituta se conforma con un pedazo de pan, pero la adúltera va a la caza de una vida preciosa.
27 ¿Se puede llevar fuego en el regazo sin que se prenda la ropa?
28 ¿Se puede andar sobre carbones encendidos sin quemarse los pies?
29 Así es el que se acerca a la mujer de su prójimo: todo el que la toque no quedará impune.
30 No se desprecia al ladrón que cuando tiene hambre roba para llegarse el estómago, 31 sin embargo, si lo pillan, tendrá que pagar siete veces más y vender los muebles de su casa. 32 ¡Cuánto más insensato es el adúltero! Se pierde a sí mismo el que llega a serlo; 33 cosechará golpes y desprecio y su vergüenza no se borrará.
34 Porque los celos inflaman de rabia el corazón del marido; el día que quiera vengarse no dará cuartel, 35 no considerará ninguna reparación, no aceptará nada, aunque le multiplicaras los regalos.

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