lunes, 6 de septiembre de 2010

27

27 1 No te sientas seguro del día de mañana, porque no sabes en qué parará el de hoy.
2 Que otro te alabe, pero no tu boca; un extraño, pero no tus propios labios.
3 La piedra es pesada y la arena cansadora, pero es más pesado el rencor del insensato.
4 La ira es cruel, la cólera es impetuosa, pero, ¿quién podrá soportar la envidia?
5 Más vale una reprensión franca que un cariño falso.
6 Digno de confianza es el amigo que habla con franqueza; tal es un enemigo que multiplica las caricias.
7 La boca satisfecha rechaza la miel, la hambrienta halla dulce lo amargo.
8 Como pájaro que vaga lejos de su nido, así es el hombre que anda lejos de su tierra natal.
9 Aceite y perfumes alegran el corazón; lo mismo la dulzura de la amistad consuela el alma.
10 No abandones a tu amigo, ni al amigo de u padre; no vayas a casa de tu hermano cuando estés afligido; más vale un amigo cerca que un hermano lejos.
11 Hijo mío, hazte sabio y me alegraré y podré responder al que me insulta.
12 El hombre listo ve la desgracia y se esconde, los simples siguen adelante a costa suya.
13 Quítale el vestido, porque afianzó a un extraño, retenlo a beneficio de los desconocidos.
14 Al que, en alta voz, desde temprano, bendice a su prójimo, eso se puede considerar como maldición.
15 Gotera que no deja de caer en día de lluvia y mujer caprichosa, son iguales. 16 Atajarla es como atajar el viento y agarrar el aceite con la mano.
17 El fierro se aguza con fierro, el hombre aguza su ingenio en contacto con su prójimo.
18 El que cuida la higuera come de su fruto, el que cuida de su patrón recibirá favores.
19 Así como en el agua la cara ve su reflejo, así el hombre se mira en el corazón de su prójimo.
20 El sepulcro y el infierno nunca están saciados; lo mismo los ojos de los hombres.
21 Hay crisol para la plata y horno para el oro, al hombre lo conocerás por su reputación.
22 Aunque molieras en un mortero al insensato, no le sacarías su estupidez.

23 Conoce bien el estado de tu ganado menor, cuida de tu rebaño, 24 porque la riqueza no es eterna, y un tesoro no se transmite de generación en generación. 25 Una vez que se corta el pasto y aparecen los brotes, y recogida la hierba de los cerros, 26 ten corderos para vestirte y cabritos para comprar un campo, 27 abundante leche de cabra para alimentarlo, para mantenimiento tuyo y sustento de tus criados.

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