jueves, 12 de agosto de 2010

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3 1 Después de estos sucesos, el rey Asuero quiso honrar de un modo especial a Amán, hijo de Hamedata, el agagita. Lo subió de categoría dándole el primer lugar entre todos los ministros de su corte. 2 Ordenó, además, que todos los integrantes de la guardia real que vigilaban la puerta del palacio se arrodillaran al verlo pasar; Mardoqueo, sin embargo, se negó a hacerlo. 3 Sus compañeros, entonces, le dijeron: “¿Por qué no quieres cumplir la orden del rey?” 4 Y como día a día ellos le repetían lo mismo, y él continuaba sin hacerles caso, se lo dijeron a Amán. Este quiso ver personalmente si Mardoqueo persistía en su negativa, pues había oído decir que era judío. 5 Y cuando vio que, efectivamente, Mardoqueo se negaba a arrodillarse ante él, se enojó muchísimo. 6 No le pareció, empero, conveniente vengarse sólo de Mardoqueo, pues como ya sabía que era judío, creó que era mejor aniquilar junto con él a todos los judíos que había en el imperio de Asuero.
7 El año duodécimo del reinado de Asuero, en el mes de Nisán, Amán ordenó que se viera el Pur (es decir, que se sorteara) en qué mes y en qué día iba a exterminar a los judíos. Salió sorteado el duodécimo mes, llamado Adar. 8 Fue entonces a ver al rey y le dijo: “En medio de la gran población de todas tus provincias, vive un pueblo que no se junta con nadie. Sus leyes son totalmente distintas a las demás y no toman en cuenta tus decretos. Por ningún motivo te conviene dejarlos tranquilos. 9 Si tú quieres, podemos dictar un decreto para acabar con ellos, y yo, en cambio, depositaré a cuenta del Tesoro Real más de mil talentos en manos de tus funcionarios.”
10 El rey se sacó el anillo de su mano y se lo entregó a Amán, el perseguidor de los judíos, con estas palabras: “Quédate con tu plata! 11 Por lo demás, te doy permiso para que hagas con ese pueblo lo que quieras.” 12 Se citó, entonces a todos los escribientes reales para que se reunieran el 13 del primer mes a fin de copiar las ordenanzas de Amán dirigidas a los virreyes, a los gobernantes de las provincias y a los jefes de cada país. Iban escritas en el alfabeto de cada provincia y redactadas en el idioma de cada país. El documento llevaba además la firma del sello del rey. 13 Por orden del soberano, los mensajeros llevaron, en el menor tiempo posible, a todas las provincias del imperio las cartas en que se mandaba masacrar, asesinar y exterminar a todos los judíos, fueran jóvenes o viejos, niños o mujeres, y apoderarse de sus bienes.
14 Este edicto, que tenía que ser ley, en cada provincia, debía ser publicado en todos los pueblos para que todo el mundo estuviera listo para la fecha señalada. 15 El decreto fue publicado primeramente en Susa, causando en toda la ciudad gran consternación, mientras que el rey y Amán se divertían en comilonas y borracheras.

13 La carta enviada a todo el Imperio decía:
1 “El gran rey Asuero les escribe a sus súbditos, a los gobernadores de las ciento veintisiete provincias y a los jefes de distrito de la India a Etiopía. 2 Aunque soy dueño del mundo entero y gobierno a incontables naciones, me he propuesto no dejarme llevar por el orgullo del poder y gobernar siempre con dulzura y bondad para que mis súbditos puedan gozar continuamente de una vida tranquila. Al mismo tiempo he procurado restaurar la paz deseada por todo el mundo, ofreciendo durante mi reinado los beneficios de la civilización y permitiendo el libre tráfico dentro de muestras fronteras. 3 Con este fin les he pedido la opinión a mis consejeros, y uno de ellos, Amán, conocido por su elevado criterio, por su total dedicación y por su fidelidad a toda prueba, y que es la segunda persona importante del imperio, nos ha hecho la siguiente denuncia: 4 Según él, mezclado con las diversas tribus de la tierra, se halla un pueblo que es enemigo de todos, cuyas leyes son contrarias a las de las otras naciones y que constantemente está desobedeciendo nuestras disposiciones, de tal manera que impide que podamos gobernar como conviene para el bien de todos. 5 Comprobamos, en efecto, que esta nación es distinta a las demás que está en abierta oposición con toda la humanidad, que debido a sus leyes lleva un tipo de vida extraño, que es contrario a nuestros intereses y que comete los peores crímenes, hasta el extremo de amenazar la seguridad de nuestro reino. 6 En vista de esto, hemos ordenado, como lo menciona en sus cartas Amán, nuestro segundo padre, que toda esa gente sea exterminada por la espada, incluyendo a sus mujeres y niños, sin consideración ni miramiento alguno, el 14 del duodécimo mes del año, o sea el mes de Adar.
7 Así irán a parar al infierno el mismo día los enemigos del orden de ayer y de hoy, y tendremos en adelante un régimen estable y tranquilo.”

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