![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLV20fC98AuLoRVzYfoKzRFtvDQ__6wEYP6SL89I8G7NUaydsf8JaNwbOJkp_7DOjsJ0b3fW0JeEGMPGsaF9IQGHxXUo-XdqNDnUB7xnt276tKQDvXiQG8ZdqSbydaeyFjXxMj5bi2qBHb/s200/Sabiduria+16.jpg)
Trato diferente de Dios con su pueblo y con los egipcios
16 1 Por eso, recibieron por medio de semejantes animales el castigo merecido, atormentados por innumerables insectos.
2 En vez de esos castigos, fuiste benévolo con tu pueblo y para satisfacer su ardiente apetito, les preparaste como alimento exquisito codornices.
3 Así, los egipcios, a pesar de su hambre, perdían hasta el natural apetito, frente al aspecto repulsivo de los animales enviados. Por el contrario, tu pueblo, después de sentir el hambre, iba a recibir un alimento maravilloso.
4 Era preciso que sobre los primeros, los opresores, cayera un hambre cruel; a los otros les bastaba probar los tormentos de sus enemigos.
5 Pues cuando los atormentó la furia espantosa de bestias feroces, cuando morían mordidos por retorcidas serpientes, tu cólera n duró hasta el fin.
6 Fueron afligidos por poco tiempo, por manera de advertencia nada más. Se les dio una señal de salvación que les recordaba los mandamientos de tu Ley.
7 Pues el que se volvía a él se salvaba, no por el objeto que contemplaba, sino por ti, Salvador del universo.
8 Probaste a nuestros enemigos que eres tú el que libra de todo mal.
9 Al morir ellos mordidos por langostas y picados por moscas, no se halló remedio que los salvara, porque merecían ser castigados por esos animales.
10 En cambio, a tus hijos no los vencieron ni los mismos dientes de serpientes venenosas, porque tu misericordia vino en su ayuda y los salvó.
11 Picaduras, pronto sanadas, les recordaron tus Palabras, no sea que, dejándose llevar a un olvido profundo, se volvieran insensibles a tus beneficios.
12 Y de hecho no los sanaron ni hierbas, ni cataplasmas, sino tu palabra, Señor, la que todo lo sana.
13 Sí, tú mandas la vida y la muerte, haces bajar a las puertas del abismo y haces subir.
14 El hombre, en su malicia, puede dar muerte, pero no hará volver al espíritu que partió; no liberará al alma arrebatada: 15 es imposible escapar de tu mano.
16 Los impíos que se negaban a reconocerte fueron azotados por la fuerza de tu brazo; lluvias fuera de tiempo, granizo, tempestades tremendas los asaltaron, el fuego los consumió.
17 Pero esto fue lo más raro: ¡en el agua que todo lo apaga, el fuego cobraba nuevo ardor! Por que la naturaleza combate por los justos.
18 A veces la llama bajaba, temerosa de destruir los animales enviados contra los impíos, y para hacerles comprender, con ese espectáculo que los perseguía el juicio de Dios.
19 A veces en medio del agua la llama subía más ardiente que el fuego, para destruir los frutos de una tierra culpable.
20 Muy por el contrario, pusiste en boca de tu pueblo el alimento de los ángeles, le enviaste del cielo pan apropiado por el que no trabajaron, pan que reunía todos los sabores y satisfacía todos los gustos.
21 Y lo que tú dabas manifestaba tu dulzura con tus hijos, puesto que se amoldaba al gusto de quien lo comía, se cambiaba según el deseo de cada uno.
22 Aunque parecido a la nieve y al hielo, este pan soportaba el fuego sin derretirse; así tus hijos conocieron que, para destruir las cosechas de los enemigos, el fuego ardía en medio del granizo y prendía bajo la lluvia. 23 Mientras que, al contrario, olvidaba hasta su propia virtud para respetar el alimento de los justos.
24 Porque la creación que te está sometida a ti, su Creador, se endurece para castigo de los malvados y se ablanda a favor de los que confían en ti.
25 Por eso, entonces, se hizo multiforme, como sirviente de tu generosidad, que a todos alimenta, conformándose al deseo de los que te lo pedían.
26 Con esto, Señor, tus hijos tan amados aprendieron que no son los frutos del suelo los que alimentan al hombre, sino que es tu palabra la que protege a los que creen en ti.
27 Este pan que el fuego no lograba destruir se derretía enseguida al calor del primer rayo de sol, 28 para enseñarles a todos que deben adelantarse al sol en darte gracias y rezarte desde el principio del día; porque la esperanza del ingrato se deshace como hielo invernal y como agua inútil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario