domingo, 4 de julio de 2010

33

Eclesiástico 33

33 1 Al que teme al Señor, no le sucederá ningún mal, y hasta de sus pruebas se verá libre.
2 El sabio no odia la Ley, pero el que aparenta observarla es como nave en la tempestad.
3 El hombre juicioso pone su confianza en la Ley, la Ley es para él tan digna de confianza como una respuesta de Dios.
4 Prepara tus palabras y te harás escuchar, recoge tu saber antes de contestar.
5 Los sentimientos del tono son como rueda de carta y sus razonamientos como eje que gira.
6 El amigo burlón es como potro en celo, relincha con cualquier jinete.
7 ¿Por qué un día es más sagrado que otro, siendo que durante todo el año la luz viene del sol?
8 La sabiduría del Señor los hizo diferentes, distinguió las estaciones y las fiestas.
10 Ha hecho grandes y consagrados algunos de ellos y, de otros hizo días corrientes. Lo mismo, todos los hombres provienen del polvo; de tierra fue hecho Adán. 11 Pero en su gran sabiduría el señor los hizo distintos, e hizo diversas sus condiciones.
12 Bendijo y engrandeció algunos, otros consagró y acercó a él; otros maldijo y humilló y los sanó de su lugar.
13 Como la greda en manos del obrero que le da su destino a su gusto, así están los hombres en la mano de su Creador, que hace de ellos según su voluntad.
14 Enfrente del mal está el bien, y ante la vida, la muerte, así también, enfrente del justo, el pecador.
15 Contempla, pues, todas las obras del Altísimo, todas van por partes frente a frente.
16 Yo, recién llegado, tomé el relevo como uno que recoge detrás de los vendimiadores.
17 Por la bendición del Señor, llegué primero y como el vendimiador llené el lugar.
18 Reconozcan que no trabajé sólo para mí, sino por todos los que buscan instruirse.
19 Por eso, escúchenme, jefes del pueblo, pongan atención, presidentes de la asamblea.
20 Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermana, ni a tu amigo, des poder sobre ti mientras vivas. No des a otro tus bienes, podrías lamentarlo y tendrías que pedirles.
21 Mientras vivas y te quede aliento no te pongas bajo el poder de nadie.
22 Porque es mejor que tus hijos te rueguen, que dirigirles miradas suplicantes.
23 Permanece como señor de todo lo que haces, y no dejes que te falten el respeto.
24 Cuando se acaban los días de tu vida, en la hora de la muerte, reparte tu herencia.

Los siervos

25 Para el burro el forraje, el palo, la carga, para el siervo el pan, la educación, el trabajo.
26 Da trabajo a tu esclavo y así tendrás descanso, déjale las manos desocupadas y buscará la libertad.
27 El yugo y la rienda hacen bajar la cabeza al mal servidor, el tormento y las cadenas.
28 Ponlo a trabajar para que no esté ocioso, porque la ociosidad enseña mucha maldad.
29 Ponlo a trabajar como corresponda, y si no obedece encadénalo.
30 Pero no te propases con nadie, ni hagas nada sin juicio.
31 ¿Tienes un esclavo? Trátalo como a ti mismo, puesto que lo compraste con sangre.
32 ¿Tienes un esclavo? Trátalo como hermano porque lo necesitas como de ti mismo.
33 Si lo maltratas y emprende la fuga, ¿a qué camino irás a buscarlo?

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