jueves, 8 de julio de 2010

23

23 1 ¡Oh Señor, Padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga!
2 ¿Quién aplicará el castigo a mis pensamientos y la disciplina de la sabiduría a mi corazón? ¡Ojalá que no perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados!
3 No sea que mis errores aumenten y que abunden mis pecados, que caiga en manos de mis enemigos, y éstos se burlen de mí.
4 Señor, Padre y Dios de mi vida, no dejes que mi mirada sea altanera, 5 y aparta de mí la codicia.
6 Que la sensualidad y lujuria no se adueñen de mí, Señor, no me entregues a una pasión inmunda.

7 Hijos, aprendan cómo refrenar sus palabras, el que lo sepa no será sorprendido.
8 El pecador será atrapado en sus propias palabras; así caerán el maldiciente y el soberbio.
9 No te acostumbres al juramento, ni te habitúes a pronunciar el nombre del Santo. 10 Porque lo mismo que el servidor vigilado constantemente no se libra de todos los golpes, así el que jura continuamente no evitará el pecado.
11 El hombre que prodiga los juramentos se llena de culpas y el castigo o se alejará de su casa. Pues si falta por inadvertencia, el castigo le vendrá encima, si falta a sabiendas de su juramento, peca doblemente, y si ha jurado en falso, no tendrá disculpa sino, que su casa se llenará de desgracias.

Impureza y adulterio

12 Hay una manera de hablar que merece la muerte, que no se emplee en la patria de Jacob. Los hombres justos se apartan de todo esto y no se revuelcan en el pecado.
13 No acostumbres tu boca a la baja grosería porque sería pecar en palabras.
14 Acuérdate de tu padre y de tu madre cuando te sientes en medio de los poderosos, no sea que te descuides en su compañía y te portes como un tonto. Y luego desearías no haber nacido y maldecirías el día en que naciste.
15 Un hombre acostumbrado a palabras indecentes no se educará en toda su vida.
16 Dos clases de hombres multiplican los pecados, y una tercera atrae la cólera del Señor:
Una pasión ardiente que se enciende como fuego y no se apaga sino al consumirse.
El hombre impuro con su propio cuerpo, no quedará tranquilo, hasta que se prenda fuego, 17 para el hombre impuro, todo alimento es dulce y no se calmará hasta que muera.
18 El hombre infiel al lecho conyugal, que piensa para sí. ¿Quién me ve? La sombra me rodea, las murallas me protegen, nadie me ve, ¿por qué inquietarme? El Altísimo no anotará mis faltas.
19 Este teme la mirada de los hombres y no sabe que los ojos del Señor son mil veces más luminosos que el sol; que observan todas las acciones de los hombres y penetran en los rincones más secretos. 20 El conoce todas las cosas antes de crearlas, y las conoce hasta después que se terminen.
21 Este hombre será castigado en plena ciudad, será pillado donde menos se lo piense.
22 Igualmente la mujer que abandone a su marido y le da un heredero concebido de un extraño. 23 En primer lugar, ella ha desobedecido la Ley del Altísimo. En segundo, pecó contra su marido. Y, en tercer lugar, queda manchada con el adulterio, mujer que tuvo hijos de un extraño.
24 será llevada ante la asamblea y se examinarán sus hijos. 25 Estos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos. 26 Ella dejará un recuerdo maldito y su vergüenza no se borrará jamás.
27 Y los sobrevivientes sabrán que nada vale tanto como el temor del Señor y que nada es más dulce que cumplir sus preceptos.

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