viernes, 9 de julio de 2010

17

17 1 De la tierra el Señor creó al hombre y decidió que volvería a la tierra. 2 Le fijó un tiempo determinado y un número preciso de días, y le dio poder sobre las cosas de la tierra. 3 Y los revistió de una fuerza como la suya, haciendo a los hombres a su imagen.
4 Hizo que todo ser viviente los temiera, para que dominaran sobre animales y pájaros. 6 Les dio conciencia, lengua y ojos, oídos y una mente para pensar.
7 Los llenó de sabiduría e inteligencia, les enseñó el bien y el mal. 8 Puso en sus mentes su propio ojo interior para que conocieran la grandeza de sus obras. 10 Ellos ensalzarán su santo Nombre y contarán las grandezas de su creación.
11 Les añadió el saber y les dio en herencia la Ley de la vida. 12 Firmó con ellos un pacto eterno y les dio a conocer sus decretos.
13 Los ojos del hombre vieron el esplendor de la Gloria de Dios, sus oídos oyeron la grandeza de su voz y les dijo: 14 “Guárdense de toda injusticia.” Y a cada uno le dio órdenes respecto a su prójimo.

15 Su conducta está siempre a la vista del Señor; no se esconde a sus miradas.
16 A cada nación le puso un jefe, pero Israel es la porción del Señor.
17 Todas sus acciones le son claras como el sol, sus miradas observan constantemente su conducta.
19 No se le ocultan sus injusticias, todos sus pecados están delante del Señor.
20 Guarda junto a él la limosna del hombre como un sello precioso, conserva un beneficio como la niña de sus ojos.
21 Un día se levantará y los recompensará, les pondrá sobre la cabeza su premio.
22 A los que se arrepienten les ha concedido que vuelvan; él reconforta a los que decayeron.
23 Conviértete al señor y renuncia a tus pecados, ora en su presencia para disminuir el obstáculo.
26 Vuelve al Altísimo, apártate de la injusticia y odia virilmente la maldad.
27 Porque, ¿quién alabará al Altísimo en el sepulcro, si no lo hacen los vivientes dándole gloria?
28 El muerto ya no es y se pierde su alabanza, el que vive y está sano, ése glorifica al Señor.
29 ¿Qué grande es la misericordia del Señor y su perdón los que se convierten a él!
30 No todo puede estar en poder del hombre, puesto que no es inmortal.
31 ¿Qué hay más luminoso que el sol? Sin embargo, desaparece. El hombre no es más que carne y sangre, y medita el mal. 32 Mientras el sol contempla los astros del alto cielo, todos los hombres se quedan polvo y ceniza.

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