sábado, 31 de julio de 2010

5

5 1 Jerusalén, quítale tu vestido de duelo y desdicha y vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios.
2 Reviste cual un manto la Justicia de Dios, ponte como corona la Gloria del Eterno.
3 Porque Dios mostrará tu grandeza a todo lo que hay bajo el cielo.
4 Dios te llamará para siempre: “Paz en la justicia y gloria en el temor de Dios.”
5 Levántate, Jerusalén, ponte en lo alto, mira al oriente y ve a tus hijos reunidos el oriente al poniente por la voz del Santo; felices porque Dios se acordó de ellos.
6 Salieron a pie escoltados por los enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos con gloria, como hijos del Rey.
7 Porque Dios ha ordenado que todo cerro elevado y toda cuesta interminable sean rebajados, y rellenados los valles hasta aplanar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la Gloria de Dios.
8 Hasta los bosques y todo árbol oloroso les darán sombra por orden de Dios.
9 Porque él guiará a Israel en la alegría y a la luz de su Gloria, escoltándolos con su misericordia y justicia.”

Carta de Jeremías

(Copia de una carta que dirigió Jeremías a los prisioneros que iban a ser deportados a Babilonia, para darles a conocer el mensaje que Dios le había encargado.)

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