jueves, 10 de junio de 2010

92 (91)

El hombre santo crecerá como palmera.- Las grandes obras humanas merecen, sí, la admiración, pero no deben hacer a uno “embrutecido”, es decir, insensible a las obras de la gracia divina. Estas, por menos espectaculares que sean, tienen una fecundidad más amplia y un alcance más profundo. Son los santos quienes ponen en la historia humana la impronta más honda y duradera.

2 Es bueno darte gracias, oh Señor,
y cantarle, oh Altísimo, a tu Nombre.

3 anunciando tu amor por la mañana
y tu fidelidad toda la noche.

4 con arpas de diez cuerdas y guitarras
y con liras que suenan suavemente.

5 Pues me alegras, Señor, con tus acciones
y me gozo en las obras de tus manos.

6 “¡Cuán grandes son tus obras, oh Señor,
y cuán profundos son tus pensamientos!”

7 El hombre embrutecido nada ve
y el insensato nada de esto entiende.

8 Si brotan como hierbas los impíos
o florecen aquellos que obran mal,
serán, empero, por siempre humillados.

9 Mas, tú, tú eres sublime eternamente,
Oh Señor.

10 ¡Mira cómo perecen tus contrarios,
cómo mueren, Señor, tus enemigos,
cómo son dispersados
todos los que obran mal!

11 Levantas mi cabeza
como levanta el búfalo sus cuernos;
derramas sobre mí el aceite fresco.
12 Desafía mi vista al que me espía
y escucho sin temor
al malvado, que trata de atacarme.

13 El justo crecerá como palmera,
se alzará como cedro del Líbano.

14 Plantados en la casa del Señor,
en medio de sus patios darán flores.

15 Aún en la vejez tendrán sus frutos,
pues aún están verdes y dan brotes,

16 para anunciar cuán justo es el Señor,
que en mi Roca no existe la maldad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario