domingo, 13 de junio de 2010

84 (83)

Quiero ver al Dios viviente.- El que está lejos de Jerusalén piensa en la dicha de los que suben allá en peregrinación para participar en las celebraciones del Templo. No dejemos de reavivar nuestro anhelo hacia la patria eterna, aun cuando nos alegramos de poder celebrar la eucaristía en nuestros templos.

2 Qué amable es tu morada,
oh Señor de los cielos.

3 Mi alma suspira y sufre
por estar en tus atrios.
Mi corazón y mi carne lanzan gritos
con anhelo de ver al Dios viviente

4 Aun el pajarillo encuentra casa,
y la alondra su nido
para sus pequeñitos:
Tus altares, Dios de los Ejércitos,
de mi Rey y mi Dios.

5 Felices los que habitan en tu casa,
te alaban sin cesar.

6 Dichosos los que en ti encuentran sus fuerzas
y les gusta subir hasta tu templo.

7 Pasando por el Valle del Llorón,
encontrarán allí vertientes de aguas,
como una bendición
lo cubrirán las lluvias del otoño.

8 De posada en posada marcharán
hasta, por fin, a Dios ver en Sión.

9 ¡Oh Dios del Cielo, escucha mi plegaria,
oye con atención, Dios de Jacob!
10 ¡Oh Dios, nuestra defensa, observa bien,
y contempla la cara de tu Ungido!

11 Vale por mil un día en tus portales,
por eso yo prefiero
El umbral de la casa de mi Dios
Antes que la morada del impío.

12 Dios es nuestra defensa y fortaleza
Él da perdón y gloria;
Dios no les privará de ser felices
a todos los que marchan rectamente.

13 Señor, Dios de los cielos,
¡feliz el que en ti pone su confianza!

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