sábado, 26 de junio de 2010

39 (38)

El hombre es poca cosa ante su Dios.- Aunque él nos entregó todo, al darnos a su Hijo, no poseemos nada y seguimos esperando todo de su misericordia. “Haz que vea qué frágil soy.”

2 Había dicho: “Tendré cuidado en lo que diga y no pecaré en palabras.”
Mantenía la boca cerrada mientras veía el éxito de los malos.
3 Callaba silencioso y resignado, pero su felicidad avivaba mi dolor.
4 El corazón me ardía por dentro y de mis quejas brotó la llama, entonces me puse a hablar:
5 Señor, hazme saber mi fin y cuánto va a durar mi vida, para que sepas cuán frágil soy.
6 ¡Qué corta hiciste mi vida, y qué poco permanecerá ante ti! ¿Qué es el hombre? Poco más que un soplo.
7 Como sombra se pasea el mortal; no es más que soplo, pero se afana y almacena sin saber para quién.”
8 Señor, si es así, ¿qué ilusión me queda? Toda mi esperanza eres tú.
9 No me cobres por mis pecados, no dejes que se burlen de mí los tontos.
10 Yo me callo, no hablaré más, porque tú eres el que lo dispuso.
11 Aleja de mí tus castigos, que me consumo bajo los golpes de tu mano.
12 Tú corriges al hombre y lo castigas por sus culpas. ¡Qué bien desgastas como polilla lo que tanto deseó! Un soplo son los hombres.
13 Señor, escucha mi oración, presta oído a mis clamores, no permanezcas sordo a mis lágrimas.
Pues soy forastero en tu casa y, como mis padres, peregrino.

14 Aparta de mí tu mirada y dame algún descanso, antes de que me vaya.

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