Alégrate, Jerusalén.- Alégrese la Iglesia, porque su Señor “reforzó los cerrojos de sus puertas”. Los poderes del mal y de la muerte no la podrán vencer. Bendijo a sus hijos y les dio “su” paz, no como la del mundo. La alimenta con su palabra y con la flor del trigo: su cuerpo hecho Pan de Vida.
1 ¡Aleluya!
Alaben al Señor,
porque es bueno cantarlo,
cántenle a nuestro Dios
porque agrada y conviene el alabarlo.
2 Reconstruye el Señor, Jerusalén,
junta a los desterrados de Israel.
3 Sana a los corazones destrozados
y venda sus heridas.
4 El cuenta las estrellas una a una
y llama a cada una por su nombre;
5 grande es nuestro Señor, todo lo puede;
nadie puede medir su inteligencia.
6 Tiende, el señor su mano a los humildes,
pero humilla hasta el polvo a los impíos.
7 Entonen al Señor la acción de gracias,
en honra a nuestro Dios toquen el arpa;
8 porque él viste los cielos con sus nubes
y prepara las lluvias de la tierra,
hace brotar el pasto de los cerros
y las plantas que al hombre dan sustento,
9 él entrega a las bestias su alimento
y a las crías del cuervo cuando gritan.
10 No le agrada la fuerza del caballo
ni le gustan los músculos del hombre.
11 Le agradan al Señor los que lo temen
y que en su amor esperan.
12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
y a Dios ríndele honores, oh Sión!
13 El afirma las trancas de tus puertas,
y bendice a tus hijos en tu casa.
14 El mantiene la paz en tus fronteras,
te da del mejor trigo en abundancia.
15 El envía a la tierra su mensaje;
y su palabra corre velozmente.
16 El nos manda la nieve como lana
y derrama la escarcha cual ceniza.
17 Como migas de pan lanza el granizo,
se congelan las aguas con su frío.
18 Envía su palabra y se derriten,
sopla su viento y echan a correr.
19 A Jacob le mostró su pensamiento,
sus mandatos y juicios a Israel.
20 No ha hecho cosa igual con ningún pueblo,
ni les ha confiado a otros sus proyectos.
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