lunes, 7 de junio de 2010

113 (112)

¡Pobres y humildes, alaben al Señor!.- Lo que distingue a Dios de los hombres, por grandes que sean, no es solamente la obra inmensa de su Creación, sino su manera de actuar con nosotros, su preferencia por lo que los hombres desprecian. Le gusta elegir para realizar sus obras de gracia instrumentos débiles: la Virgen María, los apóstoles, tantos santos de la Iglesia.

1 ¡Aleluya!
Alaben, servidores del Señor,
el Nombre del Señor.
2 Bendito sea el Nombre del Señor,
de ahora y para siempre.
3 Desde que sale el sol hasta su ocaso
alábese su Nombre.

4 Sobre todos los pueblos el Señor,
en Gloria se levanta sobre el cielo,
5 ¿quién igual al Señor que es nuestro Dios,
que sube a su alto trono
6 y baja a revisar cielos y tierras?


7 Desde el polvo levanta al miserable,
de la mugre retira al desvalido
8 para darle un asiento entre los nobles,
con los grandes del pueblo.
9 Asegura a la estéril en su casa
como madre gozosa de sus hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario