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Cuando los apóstoles empezaron a presentar al mundo el mensaje de Jesús, solamente usaron la palabra, proclamando lo que habían visto y oído de él. Ninguno de ellos pensó en escribir una “Vida de Jesús”, y a lo mejor, no sabían escribir.
Sin embargo, en varios lugares se pusieron por escrito discursos, parábola y hechos de Jesús. Marcos, que estuvo al lado de Pedro y de Pablo en Roma, redactó su evangelio a partir de tales ensayos, añadiendo muchos detalles que supo por Pedro.
El Evangelio de Marcos nos muestra, antes que nada, a Jesús actuando. No habla de la infancia de Jesús ni de su vida en Nazaret, tampoco nos transmite largos discursos suyos, pero se esfuerza porque lo veamos con todos sus gestos.
Jesús es el Hijo de Dios. Lo afirma la primera línea del Evangelio, y lo proclama en la última página el oficial romano que vio morir a Jesús. Pero, ¿qué significa esto: Hijo de Dios? Todo el Evangelio de Marcos quiere contestar con hechos esta pregunta.
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