martes, 9 de febrero de 2010

LA PRIMERA CARTA ALOS CORINTIOS

Algunos hablan enfáticamente de los primeros cristianos como si todos hubieran sido modelos de todas las virtudes. En realidad, no había más milagros entonces que ahora.
En la ciudad muy activa y bastante corrompida de Corinto, judíos y paganos convertidos por la predicación de Pablo formaban una Iglesia dinámica pero poco ordenada. Muchos de ellos amenazaban con volver a sus vicios y costumbres paganos, pasado el entusiasmo de los primeros años y los responsables de la comunidad no se sentían capaces de hacer frente a diversos problemas divisiones internas, dudas respecto a la fe. Entonces llamaron a Pablo que, no pudiendo dejar su trabajo apostólico en Efeso, les contestó con la presente carta.
Se notará la autoridad con la cual el apóstol dirige de lejos la Iglesia en nombre de Cristo. También su modo de enseñar, pues antes de contestar cualquier pregunta, empieza por reafirmar las bases de la fe.
Las inquietudes de los corintios, sumergidos en un mundo pagano, se referían a temas que han vuelto a ser de actualidad y muy discutidos entre nosotros.
- sobre el celibato y el matrimonio,
- sobre la convivencia con los que no tienen la fe cristiana,
- sobre la manera de realizar sus asambleas, tanto para la celebración de la Eucaristía como para el uso de los “dones espirituales”,
- sobre la resurrección de los muertos.


CORINTIOS 1

1 1 Pablo,
llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios,
y el hermano Sóstenes,
2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto,
a ustedes a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y los llamó a ser su pueblo santo,
Junto a todos aquellos que por todas partes invocan el Nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro, Señor de ellos y de nosotros.
3 reciban bendición y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, el Señor.
4 Sin cesar doy gracias a mi Dios por ustedes y por la gracia de Dios que se les dio en Cristo Jesús. 5 Pues en él fueron colmados de todas las riquezas, tanto las de la palabra como las del conocimiento, 6 conforme la proclamación de Cristo, se afianzaba entre ustedes. 7 No les falta ya ningún don espiritual y solamente esperan la venida gloriosa de Cristo Jesús, nuestro Señor. 8 El mismo los mantendrá firmes hasta el fin, y no tendrán que temer ningún reproche en el día en que venga Cristo Jesús, nuestro Señor. 9 Dios es fiel: no les faltará después de haberlos llamado a esta comunión con su Hijo, Cristo Jesús, nuestro Señor.


Dificultades en la Iglesia

10 Les ruego hermanos, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan de acuerdo y superen sus divisiones, lleguen a ser una sola cosa, con un mismo sentir y los mismos criterios.
11 Tuve noticias de ustedes por gente de la casa de Cloe, y me hablaron de rivalidades. Así lo entiendo yo, puesto que unos dicen: “Yo soy de Pablo”, otros: 12 “Yo soy de Apolo”, o: “Yo soy de Pedro”, o: “Yo soy de Cristo”. 13 ¿Acaso está dividido Cristo? ¿O yo, Pablo, he sido crucificado por ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en nombre de Pablo?
14 Doy gracias a Dios de que no bauticé a ninguno, fuera de Crispo y Gayo, 15 así que nadie podrá decir que fue bautizado en mi nombre. 16 ¡Perdón!, ¡bauticé también a la familia de Estéfanas! Fuera de éstos no recuerdo haber bautizado a otro.


La locura de la cruz

17 Sépanlo: no me envió Cristo para bautizar, sino para proclamar el Evangelio. ¿Y nada de discursos bonitos! De otra manera se desvirtuaría la cruz de Cristo. 18 Sépanlo el lenguaje de la cruz no deja de ser locura para los que se pierden. En cambio, para los que somos salvados, es poder de Dios, 19 como dice la Escritura: Haré fallar la sabiduría de los sabios y echaré abajo las razones de los entendidos. 20 Sabios, filósofos, teóricos: ¡cómo quedan! ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca.
21 En un primer tiempo habló Dios el lenguaje de la sabiduría, y el mundo no reconoció a dios con su sabiduría. A Dios, entonces, le pareció bien salvar a los creyentes mediante la locura que predicamos.
22 Los judíos piden milagros y los griegos buscan un saber superior. 23 Mientras tanto, nosotros proclamamos un Mesías crucificado. Para los judíos, ¡qué escándalo más grande! Y para los griegos, ¡qué locura!. 24 El, sin embargo, es Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios para aquellos que Dios ha llamado, sea de entre los judíos o de entre los griegos.
25 En efecto, la “Locura” de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la “debilidad” de Dios es mucho más fuerte que la fuerza de los hombres.
26 Hermanos, fíjense a quiénes llamó Dios. Son pocos los de ustedes que pasan por cultos, y son pocas las personas pudientes o que vienen de familias famosas. 27 Pero Dios ha elegido lo que el mundo tiene por necio, con el fin de avergonzar a los sabios; y ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para avergonzar a los fuertes. 28 Dios ha elegido a la gente común y despreciable; ha elegido lo que no es nada para rebajar a lo que es. 29 Y así ningún mortal ya podrá alabarse a sí mismo delante de Dios.
30 Por gracia de Dios ustedes están en Cristo Jesús, el cual ha llegado a ser nuestra sabiduría, venida de Dios, y nos ha hecho agradables a Dios, santos y libres. 31 La Escritura, pues nos dice: No se sientan orgullosos, más bien estén orgullosos del Señor.

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