viernes, 29 de enero de 2010

5

5 1 Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres. Por eso, manténgase firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 2 Yo, Pablo, se lo digo: Si se hacen circuncidar, ya Cristo no les servirá de nada. 3 Nuevamente le declaro a cualquiera que se haga circuncidar: estás ahora obligado a practicar toda la Ley. 4 en cuanto pretenden hacerse justos con las observancias de la Ley, ustedes de desligan de Cristo y se apartan de la gracia. 5 Pues a nosotros, el espíritu nos comunica esta esperanza de que seremos justos y santos por la fe. 6 En Cristo Jesús no tiene importancia haber recibido o no la circuncisión; lo que sí importa, es tener la fe que actúa mediante el amor
7 Ustedes habían empezado bien su carrera, ¿quién, pues, les cortó el camino? ¿Por qué dejaron de obedecer a la verdad? 8 Esto no fue para obedecer a Dios que los llama, 9 y no es mucha la levadura, pero podría contaminar toda la masa. 10 Personalmente estoy convencido que ustedes no van a cambiar su fe, pero el que los perturba, sea quien sea, recibirá su castigo.
11 En cuanto a mí, hermanos, si todavía predicara la circuncisión, ¿seguiría siendo perseguido? Pero eso sería como eliminar el escándalo de la cruz. 12 Ojalá que llegaran hasta mutilarse esos que los perturban.

La verdadera libertad

13 Ustedes, hermanos, fueron llamados para gozar la libertad; no hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne; más bien, háganse esclavos unos de otros por amor. 14 Pues la Ley entera está en una sola frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si se muerden y se devoran unos otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
16 Por eso les digo: anden según el Espíritu y no llevarán a efecto los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne están contra el Espíritu y los deseos del Espíritu están contra la carne. Los dos se oponen uno a otro, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero, si los conduce el espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
19 es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas; 20 culto de los ídolos y magia; odios, celos y violencias; furores, ambiciones, divisiones, sectarismo, desavenencias y envidias; 21 borracheras, orgías y cosas semejantes. Les vuelvo a declarar lo que ya les he dicho: los que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad; 23 mansedumbre y dominio de sí mismo. Ahí no hay condenación ni Ley, 24 pues los que pertenecen a Cristo Jesús tienen crucificada la carne con sus vicios y sus deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. 26 No busquemos la vanagloria; que no haya entre nosotros provocaciones ni rivalidades.

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